Guía devocional de la Biblia

Día 1

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 7:1–10

Esta semana continuaremos nuestro estudio del Evangelio de Lucas.

(1) Muchos habían venido a Jesús para que Él curara sus propias enfermedades, y algunos deseaban que curara las de sus seres queridos. ¿Para quién buscaba este centurión la sanación de Jesús? ¿Cuán especial fue la acción de este hombre, un centurión gentil?

(2) ¿Por qué no vino él en persona, sinó que envió a algunos de los ancianos de los judíos?

(3) ¿Por qué estos líderes judíos (quienes normalmente eran arrogantes) estuvieron dispuestos a abogar por él?

(4) ¿Por qué Jesús elogió su fe? ¿De qué manera fue grande su fe?

(5) ¿Qué podemos aprender de este centurión?

(6) El centurión entendía cómo funcionaba la autoridad que tenía sobre sus soldados. Por analogía ¿qué creía que estaba bajo la autoridad de Jesús?

(7) En otras palabras, ¿quién creía él que era Jesús?

(8) A pesar de su gran fe, ¿qué aspecto de Jesús no entendía al considerarse indigno (y como resultado, privarse del privilegio de conocer a Jesús)?

(9) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
El poder de Su palabra

Ni siquiera me consideré digno de ir a ti, tan solo di la palabra y mi siervo será sanado." (LBLA) (Lucas 7:7)

Al elogiar la fe del centurión, Jesús dijo, “ni aun en Israel he hallado una fe tan grande” (Lc. 7:9). Sin embargo, Él podría decir lo mismo no solo de Israel, sino también de nosotros hoy.

El centurión realmente fue único, por las siguientes razones:

- Era gentil — era considerado ajeno a la fe judía porque no era descendiente de Abraham.

- Era un centurión — los judíos lo consideraban un opresor.

- Sin embargo, es obvio que era muy querido por los ancianos de Capernaum. Sin duda su contribución a la construcción de la sinagoga local le había ayudado a ganarse el favor de los judios, pero la afirmación de estos de que " él ama a nuestro pueblo" va más allá de la política y expresa con sinceridad los sentimientos de los lugareños.

Además, no es demasiado descabellado suponer que este hombre hubiera adorado en la sinagoga que había ayudado a construir, y que por lo tanto conocía bastante bien la Ley y los Profetas. Las noticias de las enseñanzas y milagros de Jesús, junto con la especulación sobre la posibilidad de que Él fuera el Mesías, habrían llegado a sus oídos.

Pero él era distinto de la mayoría de los judíos de Capernaum, puesto que él creía en la propia afirmación de Jesús. Y las siguientes palabras asombrosas nos revelan claramente quién era Jesús para él:

"solo di la palabra y mi siervo será sanado" (Lucas 7:7)

Él entendía muy bien la autoridad que tenía como gobernante. Todo lo que tenía que hacer era decir, "Ve" a uno de sus sirvientes, y se cumpliría cualquier orden que le hubiera dado. Pero él creía que Jesús tenía la autoridad para sanar a su siervo moribundo; en otras palabras, ¡él creía que Jesús tenía autoridad sobre la vida! ¿Y quién es el único que tiene la autoridad sobre la vida? ¡Solo el Dador de vida!

Pero lo que es aún más sorprendente es que él creía en la simple "palabra" de Jesús. Si este centurión podía hacer que las cosas se cumplieran con tan solo su palabra, ¡cuánto más poderosa debería ser la palabra del Hacedor de los cielos y la tierra! Es más, este centurión probablemente había leído, entendido y creído estas palabras del salmista de una manera que pocos judíos de su tiempo habrían hecho:

Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca... Porque Él habló, y fue hecho; Él mandó, y todo se confirmó.” (Sal. 33:6, 9)

Esto es lo que Jesús era para él. ¿Quién es Jesús para usted hoy?

Día 2

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 7:11–17

(1) Naín estaba ubicada a unas 6 millas al sureste de Nazaret. Lea esta historia al menos dos veces, haciendo apuntes sobre las cosas que le llaman la atención o que le tocan profundamente.

(2) Para aquellos que tienen una Concordancia, es útil consultar los muchos pasajes del Antiguo Testamento que hablan sobre los “huérfanos” y las “viudas” (si no tiene tiempo para hacer una búsqueda, consulte por lo menos Sal. 68:5 y Mal. 3:5). En su opinión, ¿por qué la Biblia menciona específicamente a los huérfanos y a las viudas como objetos del cuidado de Dios?

(3) En la mayoría de las ocasiones en que Jesús realizó milagros, se le pidió que sanara a los enfermos o que resucitara a los muertos. En este caso, ¿quién fue el que hizo la petición? ¿Qué le enseña esto acerca de Jesús? (En especial, considere las palabras que dijo Jesús a la viuda)

(4) ¿De qué manera esta acción de Jesús le impacta personalmente?

(5) ¿Qué hizo Jesús para devolverle la vida a este joven?

(6) ¿Piensa usted que la "palabra" de Jesús tiene el mismo poder hoy? Sí su respuesta fue sí, ¿por que parece que Jesús no ejerce Su poder de la misma manera hoy?

(7) Es una cosa sanar, pero es otra muy distinta resucitar a los muertos. ¿Está usted de acuerdo?

(8) ¿Este milagro necesariamente convenció al pueblo de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios? ¿Por qué o por qué no?

(9) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
La soberanía de Dios

Y Jesús dijo, 'Joven, a ti te digo: ¡Levántate!' El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre." (LBLA) (Lucas 7:14-15)

A lo largo de los años, he tenido el privilegio de visitar y orar con muchas familias cuyos seres queridos estaban enfermos. Aunque la mayoría de estas familias eran creyentes, la manera en que cada familia individual lidió la situación era muy distinta, especialmente en aquellos casos en que la enfermedad parecía ser terminal.

Por supuesto, es muy comprensible la tristeza que acompaña a estos casos terminales, incluso entre los más fuertes en la fe. Sin embargo, me ha resultado muy difícil lidiar con aquellos creyentes cuya fe es tan fuerte que insisten en que Dios ha escuchado sus oraciones y que no cabe duda de que sus seres queridos serán sanados. Más de una vez me aseguraron de que Dios se lo había garantizado mediante Sus palabras en las Escrituras. A veces los mismos pacientes son los que expresan su fe en que Dios les sanaría, tomando como base ciertos pasajes que habían leído en la Biblia.

Mientras examino estas experiencias pasadas, me doy cuenta de que ha habido casos en los que Dios eligió responder a nuestras oraciones, sanando milagrosamente a aquellos cuya enfermedad era terminal. Sin embargo, me acuerdo de que en tales casos nadie afirmó que Dios le había garantizado Su sanidad. Por otro lado, desafortunadamente, en cada uno de los casos terminales en que los creyentes afirmaban que Dios les había garantizado la sanidad, todos partieron para estar con el Señor. Por lo tanto, la pregunta que surge es esta: “¿Acaso Dios ya no realiza curaciones milagrosas hoy?"

La respuesta es, "¡Ciertamente lo hace!" Yo fui testigo de al menos dos supuestos casos terminales en los que Dios sanó milagrosamente a los enfermos. Había un anciano cuya enfermedad se consideraba incurable; estaba tan grave que el personal médico insistió en remover todas sus “intravenosas”. Pero aproximadamente a las 8 p.m. esa misma noche, su hijo se arrodilló y oró conmigo junto a su cama, y su padre pudo salir del hospital la mañana siguiente. Oré por otra anciana que en ese momento ni siquiera era una creyente; sus niveles de potasio habían bajado mucho, y la opinión del médico era que no sobreviviría la noche. Después de mi oración esa noche, ella no solo sobrevivió, sino que se recuperó por completo y más tarde llegó a creer en el Señor Jesús como su Señor y Salvador. Sí, Dios contesta las oraciones y todavía sana a los enfermos, incluso a los gravemente enfermos.

Pero la decisión de sanar o no es una prerrogativa totalmente Suya. Mi sobrina moribunda (que posteriormente partió a su casa para estar con el Señor a los 28 años) me llamó la atención sobre las siguientes palabras de Isaías dos semanas antes de su muerte:

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos...Porque como los cielos son más altos que la tierra, así ... mis pensamientos [son] más [altos] que vuestros pensamientos." (Isaías 55:8-9)

Para aquellos que están luchando con tales oraciones sin respuesta a pesar de que aman al Señor, los invito a reflexionar sobre las siguientes palabras de John Milton (1608-1674):

"Pero con más frecuencia la paciencia es el ejercicio de los santos, es la prueba de su fortaleza que hace de cada uno su propio libertador y vencedor de todo". (Milton, Samson Agonistes)

Día 3

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 7:18–28

(1) Juan era el que había nacido para la misión de preparar el camino del Mesías (Lc. 1:17; 3:4). Fue testigo del testimonio del Padre y del Espíritu Santo en el bautismo de Jesús y declaró públicamente que Jesús era el Cordero de Dios (Jn. 1:29-34). ¿Por qué, entonces, cuestionaría ahora si Jesús era el Mesías? ¿Que había cambiado?

(2) Como su respuesta, Jesús usó la profecía de Isaías acerca de Él (61:1-3; 35:5-6), pero no citó el pasaje entero. ¿Cuál detalle del pasaje de Isaías que Jesús citó habría sido un tema muy personal para Juan a la luz de la situación en que se encontraba (estaba en prisión)? ¿De qué manera esto puede haber llevado a Juan a “apartarse” y dudar?

(3) ¿Cuál es, entonces, la lección para nosotros? ¿Qué podría llevarnos a “apartarnos a causa de” Jesús?

(4) Mientras buscamos entender estas palabras de Jesús acerca de Juan, quizás sea útil consultar en Mateo 11:12-15 la explicación adicional dada por Jesús. Jesús parece usar tres fases distintas para referirse al avance del Reino: (i) los días de los profetas hasta Juan, (ii) los días desde Juan (es decir, su ministerio de bautismo de arrepentimiento) hasta ese momento (el fin del ministerio de Juan), y (iii) los días de Jesús en adelante.

a. ¿Cuáles son las funciones de cada una de estas tres fases?

b. ¿Qué papel tuvo Juan el Bautista, el cual lo convirtió en el "más grande" entre los nacidos de mujer? ¿En qué sentido fue el "más grande"?

b. La tercera fase es muy diferente de que las dos que la anteceden, las cuales preparan el camino para ella. A la luz de esto ¿por qué "el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan?" ¿En qué sentido es ese "mayor" que él?

d. ¿Cómo describe Jesús a Juan en Mateo 11:7-9 — como una persona delicada o vigorosa?

e. ¿Cuán diferente era Jesús en comparación con Juan? ¿De qué manera esta diferencia podría haber hecho que Juan dudara?

(5) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
Apartarse de la fe

"¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?" (LBLA) (Lucas 7:19)

Es bastante sorprendente ver que Juan el Bautista, en su momento de debilidad, cuestionó a Jesús sobre su identidad. Él fue quien había saltado de gozo en el vientre de su madre con la visita de María (Lc. 1:44); sin duda sus padres le habrían contado sobre el nacimiento virginal; él presenció el descenso del Espíritu Santo sobre Jesús y la voz del Dios Padre en Su bautismo. Es más, él mismo había dado el siguiente testimonio público sobre la identidad de Jesús: "yo le he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios"(Juan 1:34). ¿Por qué, entonces, dudaría que Jesús fuera "el que ha de venir" (v.20), es decir, el Mesías, el Hijo de Dios?

La respuesta es que Juan el Bautista era humano después de todo.

En Su respuesta a Juan, Jesús pidió a los discípulos de Juan que le informaran acerca de lo que habían visto y oído: “los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio”. En otras palabras, la profecía de Isaías 61, el pasaje que en Lucas 4:18-19 Jesús utiliza para afirmar Su identidad, se había cumplido con creces. No cabe duda de que Él es el "ungido" sobre quien habla el profeta. Pero había un problema: aún había al menos un pequeño detalle en la profecía que Jesús no había cumplido, a saber, la de "proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros". Este era un tema personal para Juan, puesto que había sido encarcelado por el rey Herodes. Si Jesús realmente era el Mesías, ¿por qué no lo había liberado de la prisión?

Quizás la pregunta que Juan realmente quiso hacer es esta: "¿Te has olvidado de mí?" Pero al pedir a sus discípulos que fueran a Jesús y preguntaran, "¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?", estaba haciendo más que solo expresar sus dudas de forma pública. ¡Estaba socavando la fe de sus discípulos y la de todos los oyentes! Creo que esta fue la razón por la que Jesús dijo, “el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él". (Lc. 7:28).

Juan más tarde se sometería a la voluntad de Dios y vendría a afirmar su fe en Jesús al escuchar la respuesta de Jesús a través de sus discípulos, pero en ese momento de debilidad, él había "obligado" a Jesús a señalar un hecho muy importante, a saber, que el Reino de Dios es la fe en Él como el Mesías y el Hijo de Dios. La falta de fe hará que cualquiera sea menos que el más pequeño en el Reino de Dios, es decir, una persona ajena al Reino de Dios.

En efecto, las oraciones sin respuesta a veces tienden a hacernos “apartarnos”, aunque sea por un momento, de la fe en Jesús (Lc. 7:23).

Día 4

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 7:29–35

(1) En esta sección, Lucas nos ayuda a aprender más sobre el significado y el impacto del ministerio de Juan el Bautista, especialmente con respecto a su papel de preparar los corazones del pueblo para recibir a Jesús y Su mensaje.

a. ¿Quiénes fueron aquellos que aceptaron el bautismo de Juan?

b. ¿De qué manera su bautismo afectó la forma en que recibieron la palabra de Jesús? ¿Por qué?

c. Lucas comenta que “reconocieron la justicia de Dios” (v.29). ¿A qué se refiere "la justicia de Dios" en este contexto?

d. ¿Quiénes fueron los que rechazaron el bautismo de Juan?

e. ¿Qué representaba su decisión?

f. Lucas comenta que ellos “rechazaron los propósitos de Dios para con ellos” (v.30).  ¿A qué se refiere "los propósitos de Dios" en este contexto? ¿Qué quiere decir que los rechazaron "para con ellos"?

g. Parece que Lucas está contrastando a los recaudadores de impuestos con los fariseos. ¿Cuál es el mensaje detrás de este contraste?

(2) En los vv. 31-35, Jesús concluye Sus comentarios sobre Juan el Bautista con una reprimenda contra aquellos que habían rechazado tanto a Su precursor (Juan el Bautista) como a Él mismo:

a. ¿Qué significaba de la canción que cantaron los muchachos?

b. Reflexione sobre las siguientes preguntas a la luz de que la frase "esta generación" se refiere a la generación representada especialmente por los fariseos y los expertos en la ley:

  1. ¿Cómo reaccionaron ante Juan y su predicación? ¿Por qué?
  2. ¿Cómo reaccionaron ante Jesús y su predicación? ¿Por qué?
  3. ¿Por qué consideraron que era prudente rechazar a Juan y a Jesús?
  4. ¿Qué reacción tienen las personas de hoy ante nuestro evangelio?
  5. ¿Por qué se consideran sabios por rechazar a Jesús?
  6. ¿De qué manera debemos comportarnos de manera distinta a los fariseos y los escribas?
  7. ¿Cómo podemos reconocer “la justicia de Dios” en la salvación por medio de Jesucristo?

(3) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
Los diferentes papeles en el Reino de Dios

"Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos." (LBLA)  (Lucas 7:35)

En Lucas 7:11-35, Jesús concluye Sus comentarios sobre Juan el Bautista con palabras de reprensión dirigidas a aquella generación, puesto que había rechazado tanto el ministerio ascético y vigoroso de Juan como el ministerio festivo y gentil de Jesús. Al decir esto, Jesús no solo estaba reprendiendo a estas personas, sino que también estaba afirmando a Juan y su ministerio. Aunque el ministerio de Juan fue distinto al ministerio de Jesús, Juan a través de su ministerio había cumplido un papel preparatorio para Jesús.

Ayer consideramos las palabras bastante sorprendentes de Juan que expresaron su duda de que Jesús realmente fuera el Mesías, a pesar de que su propio nacimiento milagroso y llamamiento, el testimonio de su propia madre, Isabel y el testimonio del Padre y del Espíritu Santo que Juan mismo había presenciado en El bautismo de Jesús lo habían llevado a afirmar y declarar públicamente que Jesús era el Cordero de Dios.

¿Cómo, entonces, terminaría por dudar de Jesús mientras estaba en prisión? Algunos eruditos opinan que lo que lo hizo dudar fue el estilo de vida festivo de Jesús. Juan era una persona demasiado austera para comprender a un Mesías que no ayunaba. En realidad, Jesús ayunaba, pero no con la misma frecuencia con la cual ayunaba Juan, y sin duda no tan abiertamente como Juan y sus discípulos habrían deseado. Peor aún, parecía que Jesús no impuso el ayuno como una obligación a Sus propios discípulos. Quizás esto fue demasiado para John.

Aquí hay una lección para nosotros hoy. No existe una forma predeterminada de espiritualidad para todos los cristianos que aman a Dios. A lo largo de los siglos, ha habido santos que fueron llamados a vivir una vida de ascetismo y contemplación. Ha habido otros que se dedicaron a una vida de acción, que alcanzaron a los paganos en las regiones más remotas de la tierra. Hay santos que se dedican a cambiar sistemas políticos y sociales malvados. Hay santos que dedican sus vidas al servicio de los pobres. Hay santos que se dedican a dar testimonio de Cristo en sus lugares de trabajo y en sus carreras. Hay santos que, mientras viven una vida ordinaria en el mundo, dedican su vida a la intercesión por el Reino de Dios, esperando el regreso del Señor. Siempre y cuando sean fieles a su llamado y al papel que Dios les ha dado, no deben envidiar ni criticar a quienes desempeñan un papel diferente en el Reino.

Día 5

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 7:36–50

(1) ¿Por qué un fariseo como Simón invitaría a Jesús a cenar en su propia casa?

(2) Luego, ¿por qué no Lo trataría como a cualquier otro invitado, besándolo y lavándole los pies?

(3) ¿Por qué, entonces, toleraría Jesús tales insultos?

(4) Debido al uso del término "pecadora", los eruditos en general están de acuerdo en que esta mujer probablemente era una prostituta.

a. ¿Cómo es que ella se atrevería a entrar en la casa de un fariseo?

b. ¿Qué pudo haber hecho que ella viniera a ver a Jesús y llorara a Sus pies?

c. ¿Qué representa su acción de limpiar y besar los pies de Jesús?

d. ¿Qué es lo que Jesús estaba poniendo en riesgo al aceptar ser besado y tocado por una prostituta? A la luz de esto, ¿por qué permitiría que una prostituta le hiciera algo que parecía tan inapropiado?

(5) ¿Qué dijo Simón en su corazón? ¿Usted habría pensado lo mismo si fuera Simon? ¿Por qué o por qué no?

(6) ¿Qué parábola usó Jesús para explicar la verdad a Simón?

a. ¿A quién representa el prestamista?

b. ¿Quiénes son los dos deudores?

c. Por lo tanto, según esta parábola, ¿qué representa la acción de la mujer?

(7) De hecho, lo que hizo esta mujer sirvió para exponer el pecado de Simón. ¿Cómo había pecado Simón?

(8) ¿Por qué fue perdonada esta mujer?

(9) Aunque los muchos pecados de esta mujer fueron perdonados, ¿fueron perdonados también los de Simón? ¿Por qué o por qué no?

(10) ¿Cuán importante es para usted hoy este mensaje sobre el perdón de una pecadora / prostituta?

(11) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
Amar más a Jesús

"... no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, le amará más?" (LBLA) (Lucas 7:42)

Jesús usó la parábola de los dos deudores no solo para justificar su disposición de recibir los besos y la unción de esta mujer que probablemente era una prostituta, sino también para mostrar a Simón, el fariseo, que él también era un pecador que necesitaba Su perdón.

Sin embargo, si lo que Simón entendió fue que la mujer era la que debía 500 denarios y que él era el que debía solo 50, habría estado totalmente equivocado. Es cierto que la mujer habría considerado a sí misma como la deudora que más debía, puesto que reconocía cuán pecadora era, por ser (quzás) una prostituta. Por lo tanto, su llanto expresaba su profunda contrición; su acto de besar los pies de Jesús reveló su profundo amor por Jesús y por Su perdón; y la unción de Sus pies demostró su total sumisión a Él y adoración como Su esclava.

Sin embargo, ¿es cierto que el pecado de esta mujer era necesariamente peor que el de Simón, quien había insultado abiertamente a Jesús al ni siquiera lavarle los pies, por no decir besarlo como su invitado y ungirlo como su invitado de honor? El apóstol Pablo entendió cuán grave pecador había sido cuando era un fariseo que rechazaba a Jesús y perseguía a Su iglesia; incluso se llamó el “primero de los pecadores” (1 Ti. 1:15).

De hecho, la profunda convicción que tenemos de nuestra pecaminosidad está relacionado con cuán honestos somos interiormente y cuán cerca estamos de la fuente de la Luz de la Vida.

Cierta vez visité la casa de alguien que vivía en una suite en el sótano. Yo sabía que ella era una persona muy ordenada y limpia, y por supuesto supuse que su hogar no sería diferente. Mientras caminaba hacia su oscura sala, pensaba que todo parecía estar muy limpia y ordenada; sin embargo, cuando ella abrió las persianas, un rayo de sol iluminó las partículas de polvo que volaban por toda la sala. Asimismo, cuando nos protegemos de la Luz Divina, no reconocemos cuán pecadores somos. Sin embargo, cuando elegimos acercarnos a Dios con frecuencia y a la luz de Su Palabra, se nos mostrará lo pecadores y sucios que realmente somos, como se le mostró a la mujer que fue a la casa de Simón. Y mientras lloramos, besamos y ungimos los pies del Señor, llegamos a experimentar el perdón de nuestros muchos pecados, y nosotros también podremos “amar mucho” (Lc. 7:47).

Día 6

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 8:1–15

(1) Lucas nos da un vislumbre de la manera en que Jesús y sus 12 apóstoles recibieron apoyo financiero. ¿Por qué estas mujeres habrán decidido apoyarlo a Él y a Su ministerio?

(2) ¿Por qué Lucas solo mencionó a las mujeres?

(3) ¿Dios ha puesto en su corazón el deseo de apoyar algún ministerio? ¿Usted Lo obedeció? ¿Por qué o por qué no?

(4) Los vv. 5-8 contienen la parábola del sembrador, mientras que los vv. 9-15 dan la explicación de Jesús de la parábola. Es importante notar que para entender una parábola, uno debe enfocarse en su enseñanza central y no en los detalles menores, a menos que Jesús mismo los explique.

a. ¿De qué manera la imagen del sembrador que siembra semilla es un retrato vivo y apropiado de lo que significa compartir el evangelio?

b. ¿Puede usted relacionar los cuatro resultados de las cuatro semillas con personas o eventos con los que usted se ha encontrado (o que existen en su propia vida)?

  1. Algunas semillas cayeron por el camino: estas fueron arrebatadas por el diablo.

1. ¿Cómo hizo el diablo esto en el corazón del oyente?

2. ¿Qué puede hacer usted (el sembrador)?

  1. Algunas semillas cayeron sobre la roca: estas fueron secadas por las pruebas.

1. ¿Qué tipo de prueba podría hacer que un nuevo creyente se apartara de la fe?

2. ¿Qué puede hacer usted (el sembrador)?

  1. Algunas semillas cayeron en medio de los espinos:

1. ¿Cuáles factores pueden ahogar las semillas? ¿Qué más puede ahogar el crecimiento de la fe de uno?

2. ¿Qué puede hacer usted (el sembrador)?

  1. Algunas semillas cayeron en tierra buena: el resultado fue que hubo aceptación y multiplicación.

1. ¿Qué constituye una tierra buena?

2. ¿Esto quiere decir que en esta tierra no vienen pruebas, ya sea del diablo, de las presiones de la vida o del interior de la persona?

3. ¿Cuál es, entonces, lo que causa que uno “retenga” la palabra y “persevere”?

4. ¿Hay algo que usted (el sembrador) pueda hacer para asegurarse de que la semilla produzca una cosecha?

(5) En su opinión, ¿cuál es el mensaje central de esta parábola?

(6) En el Nuevo Testamento, los términos “secreto” (Lc. 810) y “misterio” se refieren al plan de salvación de Dios, el cual en el pasado estaba escondido, pero ahora se ha revelado por la venida de Jesús. A la luz de esto, ¿por qué utilizó Jesús parábolas en muchas de sus enseñanzas públicas?

(7) Tom Rees dijo una vez que “el mismo sol que endurece la arcilla derrite la cera”. ¿Cómo puede este comentario ayudarle a comprender lo que significa la cita de Isaías 6:9 en el v. 10?

(8) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
En su tiempo

"Pero la semilla en la tierra buena, estos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia." (LBLA) (Lucas 8:15)

A veces mientras intentamos compartir el Evangelio con nuestros amigos y parientes, especialmente con aquellos a quienes amamos profundamente, nos sentimos frustrados por causa de su falta de interés en las cosas espirituales. Incluso nos preguntamos en secreto si es posible que en algún momento vengan a Cristo.

Al leer la parábola de Jesús sobre el sembrador, conocemos demasiado bien aquellas semillas junto al camino y en la roca. Conocemos demasia1-15    do bien a aquellos que parecen responder favorablemente al evangelio, solo para apartarse debido a su ajetreo, su resistencia a renunciar a sus estilos de vida o las objeciones de su familia.

Yo también recuerdo el largo viaje que mis padres tuvieron que recorrer antes de venir a Cristo. A pesar de que consideraba que mi madre era una muy buena persona y sabía que a veces iba a la iglesia, temía que no conociera realmente la salvación. Por lo tanto, cuando realmente conocí a Cristo en mi adolescencia, me preocupé por su salvación; un día, reuní mi valor para compartir con ella la necesidad de aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador personal. No salió muy bien; ella básicamente no respondió a nada de lo que yo le dije (probablemente porque no hice un buen trabajo al explicárselo). Pero no dejé de orar por ella y sabía que mis otros hermanos que habían nacido de nuevo también orarían por ella.

Solo después de unos 20 años, cuando ella vino a vivir con nosotros en Vancouver, comenzó a asistir a la iglesia con regularidad, y pude ver que su apetito por las cosas espirituales crecía de manera exponencial. Incluso podía recitar los Salmos 22-24 de memoria ante una gran congregación en la Iglesia.

Si bien la conversión de mi madre no fue demasiado sorprendente, la de mi padre sí lo fue. Su relación con la mayoría de nosotros no había sido buena, y debido a la imagen que proyectaba de macho que nunca sonreía, ninguno de nosotros tenía el valor de compartir el evangelio con él. Lo único que hacíamos era orar por él. Yo también oré durante muchos años, y Dios contestó nuestras oraciones. El pastor de uno de mis hermanos creció en un pequeño pueblo donde mi padre había sido apostado para su trabajo (creo que eso ocurrió durante la guerra); así, pudo entablar una relación con mi padre que nadie más había logrado, y eventualmente lo condujo a Cristo, poco antes de que mi padre falleciera. Nunca olvidaré el momento en el funeral de mi padre en que el pastor dirigió a nuestra familia en oración antes de que saliéramos al salón principal. Yo estaba de pie allí con los ojos cerrados, y aunque sabía que la luz que sentía venía de la iluminación del techo, su brillo era tal que sentía que era luz del cielo, y mi corazón se sintió extrañamente cálido con la seguridad interior de que mi padre fue recibido en el cielo, a pesar de lo difícil que era creerlo.

Siempre me he preguntado cómo nosotros, difusores del evangelio, podemos mejorar la tierra de los oyentes. Pues bien, no podemos, solo Dios puede; sin embargo, creo que mediante nuestra intercesión incesante, Dios hará que las circunstancias que ocurren en las vidas de nuestros seres queridos sirvan para ablandar sus corazones, con el fin de que la semilla del evangelio eventualmente dé frutos. No importa cuán largo sea el viaje. Él realmente hace todas las cosas hermosas en Su tiempo.

Día 7

Lea el pasaje por lo menos dos veces, reflexionando sobre ello detenidamente. Luego, considere las preguntas a continuación:

Reflexión sobre las Escrituras
Lucas 8:16–21

Vv. 16-18: Intente no leer esta parábola de la lámpara a la luz de la de Mateo 5, sino dentro de su propio contexto, y preste atención a la palabra "pues" en el v. 17 que lo vincula con el versículo anterior.

(1) ¿Quién es la Luz del Mundo que hará que todo lo oculto sea revelado?

(2) ¿Cuáles implicaciones tiene esta verdad para usted y sus "secretos"?

(3) ¿Qué implicaciones tiene esta verdad para la hipocresía y maldad oculta que podría provocarle inquietud y / o enojo?

(4) Sin embargo, parece que Jesús está aplicando esta verdad a la manera en que usted oye (Su Palabra). ¿Por qué?

(5) ¿Su vida será diferente si usted escucha y obedece Su Palabra en lugar de escuchar Su Palabra sin tomarla en serio?

(6) ¿Cuándo y cómo será “manifestada” esta diferencia?

Vv. 19-21: En estos versículos, parece que Lucas está agrupando en una sola sección las enseñanzas de Jesús sobre "escuchar":

(7) Según Jesús, ¿qué es lo que nuestra correcta actitud al "escuchar" revela sobre nosotros?

(8) ¿Qué quiere decir que alguien sea “madre y hermanos” de Jesús?

(9) ¿Cuál es el mensaje principal para usted hoy, y cómo puede aplicarlo a su vida?

Reflexión meditativa
La sangre es más espesa que el agua

Mi madre y mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la hacen." (LBLA) (Lucas 8:21)

Siempre que doy a conocer mi fe a otros cristianos, inmediatamente se acorta la distancia que hay entre nosotros; no importa si estamos en una ciudad remota de la Columbia Británica o Gran Bretaña, en el aeropuerto de San Francisco o Hong Kong, o en una excursión. Esto es algo que el mundo no puede entender.

Todavía recuerdo la alegría de cierta familia cristiana de Florida que nos conoció a mi esposa y a mí por primera vez en un recorrido por Italia; recuerdo cómo en unos pocos días nos hicimos como viejos amigos, y cómo todos los días esta familia hacía todo tipo de preguntas sobre temas de la Biblia.

Pero lo que más recuerdo son ciertos jóvenes recién graduados de la universidad que se habían dedicado a alcanzar a los musulmanes en Banda Ache, Indonesia. Estos jóvenes compartieron conmigo su pasión, el peligro que enfrentaban y las luchas que había tenido con sus familias; confiaban plenamente en una persona que, aunque acababan de conocerla por primera vez, era su hermano en Cristo.

En efecto, son mis hermanos y hermanas, puesto que son los hermanos y hermanas de Jesús. Pertenecemos a la misma familia.

La sangre (en Cristo) es más espesa que el agua.